jueves, 21 de julio de 2011

Lo que Wilna significó para todos nosotros

¡Qué duda cabe!
 
La presencia de Uds. aquí es más elocuente que cualquier palabra para expresar lo que Wilna significó para todos y cada uno de nosotros como amiga, camarada de tantas y tan inolvidable jornadas, integrante de múltiples instituciones de altruistas objetivos, servidora pública profundamente comprometida en la brega por abrir mayores oportunidades a las mujeres y hombres de esta tierra y para elevar el respeto a la dignidad de cada cual.
 
Lo es también para compartir el fuerte sentimiento de pérdida que nos embarga ante su repentina partida.
 
No obstante, permítaseme intentar verbalizar, en nombre propio, de ACHEI y de la Comunal Demócrata-Cristiana de Providencia, de algún modo una apretada síntesis del privilegio que constituyó la experiencia de haber apreciado cercanamente su  destacada trayectoria y la proyección de la misma a todos quienes la conocieron y a la comunidad.
 
Esto tanto, primeramente,  en cuanto a  persona como en lo que se refiere a su cumplimiento de las relevantes responsabilidades que le tocó asumir: Líder de Estudiantes, Joven Diputada, Embajadora, Representante de Organizaciones Internacionales de Mujeres, Dirigente de Comisiones, Centros e Instituciones de Análisis de Asuntos Internacionales, Sociales y Doctrinarios.
 
Abrazó desde muy temprana edad los ideales del Humanismo-Cristiano;  pero, más allá de jugarse a fondo por ellos, los  encarnó integralmente en su actuar.
 
Fue así que siempre procuró aportar una visión constructiva y positiva para afrontar diversas situaciones; y,  todas sus acciones  eran de una probidad indubitable.
 
Era manifiesto que sufría como un dolor personal cuando observaba discordias entre quienes representaban en la vida pública esos ideales o cuando, en la confrontación de distintas posiciones, se vulneraba la fraternidad o el recto proceder para resolverlas.
 
Cultivó esmeradamente el valor de la Familia y de la Amistad, evidenciando su delicadeza en hacerlo tanto en grandes como en pequeños pero significativos gestos.
 
Al respecto concédanme la licencia de compartir dos vivencias personales:
 
• Estuvo brindándome su confortamiento cuando mi primera esposa también nos dejara; y, luego – durante los cinco años transcurridos desde entonces – nunca dejó de acompañarnos en los encuentros de conmemoración que anualmente celebramos.
 
• Me tocó cumplir una Misión en Honduras, cuando ella representaba brillantemente a nuestro país en dicha nación.
 
Por de pronto me ofreció su hospitalidad sin admitir excusa alguna para no aceptarla.
 
Como Uds. saben, ella era totalmente adversa al cigarrillo. Sin embargo  tuvo el notable gesto de habilitarme un espacio especial para que pudiera disfrutar de tal controvertido pequeño placer.
 
No me extenderé en reseñar su trayectoria como parlamentaria pues es vastamente conocida y ampliamente apreciada.
 
Asimismo, en lo se refiere a su quehacer en materia de relaciones internacionales basta decir, por una parte, que hasta el momento es la mujer chilena con la más constante y prolongada actuación en dicho campo.
 
Por otra parte, que cumplió sobresalientemente sus responsabilidades de Embajadora, entregando con singular dedicación su capacidad de iniciativa y de trabajo metódico y perseverante para fortalecer los vínculos de Chile con los países en que nos representó.
 
Estas mismas cualidades las desplegaba en las diversas entidades que ella contribuyó a organizar e impulsar, cuyo quehacer hemos compartido varios de los que estamos aquí.
 
Y, a propósito de esto, incurro en una cierta infidencia: cuando en algunas oportunidades nuestro ánimo estaba un tanto laxo o estábamos un tanto desorganizados, nos llamábamos recíprocamente a terreno,  recordando que de no corregirnos tendríamos que responder a las reprimendas de Wilna.
 
Mucho más habría que decir sobre ella.
 
No obstante, despidámosla dando gracias por haberla tenido con nosotros; reiterándole que su partida nos significa una gran pérdida, pero que su recuerdo pervivirá indeleblemente en nuestras mentes y corazones; a la vez que, estando ciertos de la trascendencia del Ser Humano, estamos seguros que ella, desde otra dimensión, podrá asistirnos en nuestros pasos y – Dios mediante – volveremos a encontrarnos.

Palabras del camarada Carol Pinto

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