Estimada Presidenta de la República, Michelle Bachelet Jeria, estimadas autoridades, Pdte. del Senado, de la Cámara de Diputados, de la Corte Suprema, ex Presidentes, Sra. Leonor, familiares de Don Patricio, hermanos, sus hijos, nietos, queridos amigos y amigas, estimados camaradas, querido Presidente de la República, querido Pdte. de la Democracia Cristiana y querido camarada Patricio Aylwin Azócar.
Estamos hoy aquí con una profunda emoción, con pena, pero sobre todo con emoción, para acompañarlo a su última morada, aquí donde se va a encontrar con el buen Dios a quien tanto amó, a quien usted siguió con tanta fidelidad.
Como Pdta. de la Democracia Cristiana, me ha correspondido el honor y el privilegio de venir a despedirlo en nombre de nuestro partido, representando desde el más modesto camarada hasta el más alto dirigente. Su partido, el mismo que Ud. ayudó a construir junto a otros grandes camaradas, aquellos jóvenes idealistas que soñaban con una patria más justa y buena para todos, que soñaban con un país mejor. Venimos a acompañarlo en este último viaje que lo instala de manera definitiva en la historia grande de Chile, hoy la patria lo recibe como uno de sus padres, como uno de sus más grandes hombres, aquellos que tienen la capacidad de interpretar su tiempo y a su gente. La misma gente que estos días han llenado los actos y las calles para expresarle su gratitud por la Democracia que nos heredó, chilenos y chilenas de todas las clases sociales, de todos los colores políticos que han hecho largas filas por harto tiempo, para en un humilde gesto pasar a su lado sólo por un breve instante, para poder decirle gracias Presidente por la paz, gracias Presidente por la libertad.
Lo que más me ha llamado la atención, son los cientos de jóvenes, muchos de ellos al pasar a su lado decían, gracias por permitirme nacer en democracia, en que a Ud. le tocó la dura tarea de conducir a Chile en el retorno de la Democracia…el retorno a la Democracia tras los oscuros años de la Dictadura. No fue una labor fácil, fue un camino lleno de trabas e incertidumbres, donde Ud. tuvo el coraje de defender lo alcanzado con la fuerza de las ideas y con la convicción de un verdadero demócrata. Un cuarto siglo después, no hay joven que no haya nacido en democracia, los horrores del ayer se leen en los libros de historia, y muchas veces se olvida lo que costó recuperar la esencia de la República tras los años de pesadilla, pero es justamente que en ese momento que su figura Presidente se agiganta, porque ud tuvo la capacidad de actuar con prudencia y sabiduría para cumplir a cabalidad el desafío que la historia le impuso.
Ud junto a otros grandes servidores públicos cimentaron la base de la democracia de la que hoy podemos gozar, donde se puede disentir, donde la gente legítimamente puede protestar contra aquello que considera injusto, nos guste o no nos guste, los jóvenes ayer pudieron marchar y eso es parte de lo que don Patricio construyó junto a tantos otros. Y pudieron marchar sin temor a represalias, sin temor a perder la vida, con la tranquilidad de sus padres que iban a llegar a sus casas. Esa es la libertad que nos legó, esa es la libertad que a nosotros nos corresponde cuidar.
En tiempos en que la clase política se encuentra profundamente cuestionada, su ejemplo ha sido como un bálsamo de esperanza, porque Ud. siempre creyó en la política como el espacio donde se construye los vínculos de una sociedad hacia el bien común. Aquella política sin adjetivos, ni popular ni protegida, sino en la política a secas en la que participamos libremente para elegir a nuestros representantes.
Don Patricio, hoy día los desafíos son otros, y quienes recogemos su legado, debemos tener la estatura moral que Ud. tuvo para asumirlos. La buena política, aquella que Ud. tanto defendió y a la que dedicó toda su vida, pasa por uno de sus peores momentos. Mucha gente ya no nos cree, y sé que eso lo tenía triste y preocupado, en momentos en que resulta más fácil atacar que construir. Nuestro deber es recuperar las confianza de los chilenos y chilenas, de aquellos comunes y corrientes, esos que madrugan y trabajan con esfuerzo día a día y que están decepcionados muchas veces de lo que estamos ofreciendo como clase política.
Es por eso que hoy, yo quiero asumir solemnemente un compromiso, es el compromiso de tomar el camino difícil. Los demócrata cristianos, Presidente, trabajaremos incansablemente para recuperar de cara a la gente, el prestigio de la vocación pública. Asumiremos el deber histórico de fortalecer las instituciones de la República mediante la probidad, la austeridad y la transparencia, aquí estamos todos Presidente, aquí está su partido, vivo, atento, presente en cada rincón del país, asumiendo el desafío de interpretar a millones de chilenos y chilenas, propiciando los cambios que necesitamos, buscando hacer de la justicia social no sólo una frase, sino una realidad.
Don Patricio, venimos hoy con emoción a despedirlo también con nostalgia, a despedir a un padre, como tantos padres y madres que con su ejemplo nos han enseñado lo cotidiano, en nuestros hogares como se debe vivir los valores del humanismo cristiano. Así como Ud. lo hizo, demostrando la importancia de ser coherente en la vida personal y en la vida pública, donde Ud. no tuvo nunca nunca dobleces. Ese es el ejemplo, esa es la senda que nos comprometemos a seguir. Hoy lo homenajean miles de chilenos, aquellos que lo acompañan en las calles, pero también aquellos que han presenciado este momento desde sus hogares, en todas las regiones de Chile, también en mi querida Magallanes, donde aquellos miles de compatriotas que probablemente estuvieron en lugares y lo acompañaron durante su gobierno o durante su vida política, todos ellos lo homenajean.
Su partida ha convocado cívicamente a todo un país y nos ha inundado un ánimo de reencuentro, hoy Chile es uno, Ud. nos vuelve a unir, hoy Chile es uno sólo también para despedirlo Presidente. Yo tenía 17 años cuando escuché su discurso en el Estadio Nacional, y hoy quiero repetir las palabras que entonces sentí que Ud. me decía a mí. “ Chile es la tierra de nuestros padres, es la tierra de nuestros hijos, a esta tierra tan amada de nuestros padres, le debemos gratitud y respeto. A la tierra de nuestros hijos le debemos la promesa de legar una sociedad más próspera, más justa, más humana. Ud cumplió su promesa y la cumplió con creces, nosotros, su partido, los demócrata cristianos también haremos nuestro trabajo, cumpliremos con lo nuestro.
Cuando veníamos caminando acompañándolo, salió mucha gente espontáneamente a la calle, sentimos una profunda emoción y cariño, el pueblo de Chile lo quiere Don Patricio, pero también algunos nos decían, aprendan, nos gritaban…aprendan..aprendan de Don Patricio, un hombre que fue capaz de pedir perdón, de pedir perdón por los horrores de la Dictadura y violaciones a los Derechos Humanos, habiendo sido uno de sus principales defensores, de los derechos humanos. Y tuvo la humildad pero también el coraje de pedir perdón, de asumir la responsabilidad, para permitir que una herida abierta en nuestro país comenzara a sanar y a reconciliar.
Yo hoy, con esa misma humildad, con mucho más ante Ud., ante todos los que estamos aquí acompañándolo, también creo que es momento en que los políticos pidamos perdón, perdón por no haber actuado a tiempo, perdón por los abusos de poder, perdón por las faltas de ética, perdón por haber a veces traicionado la confianza de aquellos a quienes representamos, sirviendo otros intereses y no los de la familia, las de los chilenos y chilenas….pedir perdón y esperar poder seguir su ejemplo, aprender y comprometer hoy día un Nunca Más, que nunca más la política en nuestro país sea degradada, que nunca más la política deje de ser esa actividad de hombres y mujeres libres y honestos y comprometidos, ese es nuestro compromiso hoy día Presidente…
Descanse en Paz.
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